J. L. Vidal Coy @VidalCoy
31·07·22
Es seguramente muy aventurado hacer previsiones o anticipaciones sobre cómo será el decisivo curso político que empezará en septiembre. Sobre todo, teniendo en cuenta que al final del mismo habrá elecciones municipales y autonómicas en las que quizá el PP del presidente López Miras tenga oportunidad de ganar sus primeras elecciones. Pero también por eso ese próximo periodo aparece interesante.
Inasequible al desaliento el bipresidente ha lanzado la precampaña reuniendo a los ‘suyos-suyos’ (salvado el escollo del congreso fallido de integración con la alcaldesa de Archena, Patricia Fernández), dispuestos a afrontar lo que viene.
Salvo sorpresa mayúscula, la agenda aparecerá dominada por los temas consabidos: ecocidio del Mar Menor, Danas postestivales y sus consecuencias, deterioro de servicios públicos, carestía de la vida, falta de infraestructuras… que cristalizarán todos en la falta de respuestas efectivas. Algo a lo que la Región está ya más que acostumbrada.
Antes de que las urnas confirmen o no las encuestas, lo más atractivo será cómo consiguen o no colocarse en las listas supuestamente ganadoras cuantos a ello aspiran. Pues mientras en el campo de la izquierda todo está más o menos claro, en la derecha la lucha por conseguir un lugar con derecho a escaño, votos mediante, se anticipa feroz: demasiado aspirantes para casi los mismos puestos. Apparáctchiks, arribistas y oportunistas chaqueteros entrarán en dura competencia.
A la pelea entre colocados del PP por revalidar su lugar o conseguirlo se unirán con santa esperanza quienes han sido soporte político y parlamentario del presidente lorquino desde aquel recordado marzo de 2021: es decir, los tránsfugas de Ciudadanos que traicionaron a su partido y a su propia palabra de honor, representada en su firma, para que el PP no fuera descabalgado del Gobierno regional, aspirarán lógica y humanamente a que se les reconozcan los servicios prestados.
Así que las consejeras Isabel Franco, comúnmente considerada autora del chivatazo de lo que se tramaba; Valle Miguélez, el diputado Francisco Álvarez y también el ínclito presidente de la Asamblea Regional, Alberto Castillo pondrán toda su carne en el asador para cosechar lo que crean que merecen por su traición. El más experimentado en este tipo de cambalaches indecentes es, sin duda, la segunda autoridad regional.
Está por ver si San Esteban pagará traidores en esta ocasión, como hizo tras el aborto de la moción de censura. Pero ellos, probablemente, venderán cara su piel. Esta murcianísima banda de los cuatro no son nada extraídos del contexto actual, a no ser que la magnanimidad del beneficiario de la traición, López Miras, les otorgue su lugar calentito al sol ‘popular’. Lo que pase con ellos será determinante, puesto que para que sus papeletas en la rifa de cargos sean las buenas probablemente habrán de ser desplazados otros aspirantes de los del PP de toda la vida. Al menos, de toda la vida política de López Miras y de su mentor, Pedro Auditorio Sánchez, conocido como PAS. Habrá rebotes, pues.
Desafortunadamente, y si ese dios que no existe no lo remedia, esto parece ser lo más interesante, aunque solo sea a nivel morboso, de la nueva temporada política que arrancará con los cohetes de la Feria de Murcia y los Cartagineses y Romanos de Cartagena, que precederán a la Semana Porcina de Lorca.
Pero que a nadie se le escape que el 1 de septiembre se celebran en la tierra de Patricia Fernández las Fiestas del Otro Lao y el Polvorín, para conmemorar la luctuosa explosión que sacudió buena parte de la Vega del Segura. Veremos si este viaje no hay que presenciar sacudida semejante. La alcaldesa recuperó la palabra escrita tan recientemente como el mismo día que López Miras veía publicado su relanzamiento del PP de cara al nuevo curso político. Como dijo aquel insigne alcalde: Al loro.