Es casi un trabajo de Hércules, por el gran número de nombres heredados y las resistencias a cumplir la Ley, tiene mucho recorrido por delante. Sobre todo por la resistencia de la derecha a cumplir las leyes que no le gustan o a eludir incluso la Constitución, en línea con el boicot a la renovación del CGPJ
J. L. Vidal Coy
11·12·22
Contando con lo que desde hace y cuatro años ocurre con la renovación del CGPJ, cuyo retraso supone un inexplicable incumplimiento del mandato constitucional vigente, pocos podrían extrañarse de que algunas leyes sean de dificultosa aplicación o, incluso, de que sufran durante más o menos tiempo el boicot por parte de la Administración del Estado bajo los designios de un partido gobernante. En algunas ocasiones, demasiadas si se compara con el entorno europeo, el propio poder ejecutivo impide la puesta en práctica de alguna norma emanada del legislativo.
Eso hizo el Gobierno de Mariano Rajoy, que derogó de facto la Ley de Memoria Histórica de 2007 dejándola sin dotación presupuestaria en 2013 y 2014. Ahora, la recién aprobada nueva Ley de Memoria Democrática (BOE 20/10/2022) establece un plazo de seis meses para su cumplimiento, así como un régimen sancionador con un amplio abanico de multas a quienes la soslayen. Pero se enfrenta a algo similar.
Es decir, no se cumplirá a rajatabla, como pasó en el boicot de Rajoy y de las administraciones en manos del PP. Se dan pasos adelante, pero la norma encuentra escollos en escalones autonómicos y municipales, que la cumplen o no según quién gobierne: unos, espoleados por el ansia de equidad entre todas las víctimas de la Guerra Civil; otros, por la indiferencia ante la Ley de la parte derecha del espectro político. «Hace 80 años nuestros abuelos y bisabuelos se pelearon y no tiene sentido vivir de los réditos de lo que hicieron», Núñez Feijóo dixit. Y ya dejó claro en octubre que derogará la Ley si llega a gobernar. Por lo menos promete ser más claro que aquel otro gallego.
Esas palabras e intención no podían ser novedad para nadie. Basta observar lo que ocurre en la Región. Se podría señalar, por ejemplo, el distinto cumplimiento en las dos mayores ciudades. En Cartagena hubo en 2015 un acuerdo de Pleno para suprimir denominaciones y símbolos franquistas de calles y plazas siendo alcaldesa la después expulsada del PSOE Castejón, apoyada por MC y CTSS (Podemos). Se ha cumplido con escasos problemas.
En Murcia, nada parecido, con el Consistorio gobernado por el PP hasta la moción de censura de PSOE y Cs en marzo de 2021. Desde entonces, se van suprimiendo nombres franquistas de calles, con dificultades. Muy llamativo es que se mantenga la famosa inscripción de homenaje a José Antonio Primo de Rivera en la Catedral y el escudo franquista bajo la estatua de la plaza de Santa Catalina (ah! la Iglesia). Aunque el nuevo Ayuntamiento aprobó en marzo pasado cambiar el nombre de 51 calles, dando preferencia a los de mujeres.
Son dos ejemplos de la tarea ímproba que supone la supresión de símbolos franquistas en la Región y también en la mitad de España. En bastantes lugares lejos de los focos se mantienen los nombres franquistas gracias a que gobierna el PP. Caso paradigmático es San Pedro del Pinatar, que ostenta el dudoso récord en número de denominaciones franquistas de calles, sin ningún atisbo de que serán cambiadas: unas 15. Ejemplo comparable al del barrio murciano de Vistabella, que tiene casi 20.
Ese casi trabajo de Hércules, por el gran número de nombres heredados y las resistencias a cumplir la Ley, tiene mucho recorrido por delante. Sobre todo por la resistencia de la derecha a cumplir las leyes que no le gustan o a eludir incluso la Constitución, en línea con el boicot a la renovación del CGPJ. A seguir será el tema cuando expiren los seis meses de plazo que da la norma para realizar los cambios pertinentes: en abril entrará en vigor el régimen sancionador. Muchas administraciones velarán celosamente por la efectividad de la Ley. Otras seguirán de perfil, y el nacionalcatolicismo continuará presente. Obsérvese quién gobierna cada una. Será ilustrativo.